Cócteles de cine: Gene Tierney
Tan sobrenaturales fueron su belleza, mirada transparente y aura evanescente que nunca encontró clasificación en un Hollywood ya abarrotado de estrellas. Por tanto, única, refulgente y exótica, Gene Tierney paseó su exquisita hermosura en el inolvidable Laura (1944, Otto Preminger), paradigma de pelís negras sobre relaciones humanas ambiguas, cuya banda sonora también resultó un hito del séptimo arte y del jazz. 88’ bastaron a la guapísima neoyorquina para consagrarse como femme fatale regresando del Más Allá, subyugando al personal con su magnética clase, equilibrada interpretación e incandescencias de orquídea lujosa en ese arriesgado papel.
Empero, la realidad no fue igual lecho de rosas que el que la fama le propinó. Casada sin acuerdo familiar con Oleg Cassini, modista preferido de la futura Jacky O, cruzaron su destino un tal John Fitzgerald Kennedy, cuyo clan la rechazará, el millonetís de oro Ali Khan y otro del petróleo del cual enviudó. Amores eclécticos que llevaron la dama de rasgos perfectos dentro de una peligrosa espiral de dudas, trágicos desequilibrios y tropiezos con un malévolo destino. Para muestra, cuando embarazada, ese fatal apretón de mano con una fan enferma le transmitío la rubéola y su doloroso resultado, el nacimiento de una niña ciega, minusválida, a la cual dedicará el resto de su vida, alejada del celuloide que la encumbró.
La “mujer más bella del cine” según Zanuck, dejó ese mundo en 1991, falleciendo de enfisema, consecuencia de una adicción al tabaco al cual descerebrados productores le sugirieron engancharse, para conseguir la ronca voz propia de vamp ficticia que solía encarnar.
Tanto drama repetitivo inspiró Agatha Christie, quien plasmó sus desventuras en una de sus intrigas, The Mirror Cracked from side to side (1962), adaptada para cine y televisión posteriormente.
La comunidad cinéfila agradecida brindó a Gene una de las stars que constelan el Walk of Fame hollowodiense, exactamente la del número 6125 en Hollywood Blvd., que felizmente recuerda su memoria y elegante paso entre nosotros.
La coctelería igualmente homenajeó la actriz más armoniosa del cine estadounidense, con un mix de lo más refinado.
Se hace vertiendo directamente en el vaso 2cl. de curasao azul e integrando lentamente para que no se mezclen, 2cl. de zumo de mango y leche de coco y 1 cl. de ron blanco batidos aparte en el shaker refrescado. Acompañar de minitartaletas de piña, mandarina, frutas rojas, coronadas de chantilly. Todo excelso y delicado como el imborrable recuerdo dejado por esa magnífica dama.
Empero, la realidad no fue igual lecho de rosas que el que la fama le propinó. Casada sin acuerdo familiar con Oleg Cassini, modista preferido de la futura Jacky O, cruzaron su destino un tal John Fitzgerald Kennedy, cuyo clan la rechazará, el millonetís de oro Ali Khan y otro del petróleo del cual enviudó. Amores eclécticos que llevaron la dama de rasgos perfectos dentro de una peligrosa espiral de dudas, trágicos desequilibrios y tropiezos con un malévolo destino. Para muestra, cuando embarazada, ese fatal apretón de mano con una fan enferma le transmitío la rubéola y su doloroso resultado, el nacimiento de una niña ciega, minusválida, a la cual dedicará el resto de su vida, alejada del celuloide que la encumbró.
La “mujer más bella del cine” según Zanuck, dejó ese mundo en 1991, falleciendo de enfisema, consecuencia de una adicción al tabaco al cual descerebrados productores le sugirieron engancharse, para conseguir la ronca voz propia de vamp ficticia que solía encarnar.
Tanto drama repetitivo inspiró Agatha Christie, quien plasmó sus desventuras en una de sus intrigas, The Mirror Cracked from side to side (1962), adaptada para cine y televisión posteriormente.
La comunidad cinéfila agradecida brindó a Gene una de las stars que constelan el Walk of Fame hollowodiense, exactamente la del número 6125 en Hollywood Blvd., que felizmente recuerda su memoria y elegante paso entre nosotros.
La coctelería igualmente homenajeó la actriz más armoniosa del cine estadounidense, con un mix de lo más refinado.
Se hace vertiendo directamente en el vaso 2cl. de curasao azul e integrando lentamente para que no se mezclen, 2cl. de zumo de mango y leche de coco y 1 cl. de ron blanco batidos aparte en el shaker refrescado. Acompañar de minitartaletas de piña, mandarina, frutas rojas, coronadas de chantilly. Todo excelso y delicado como el imborrable recuerdo dejado por esa magnífica dama.
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